sábado, 8 de agosto de 2009

OCTAVA ELEGÍA





























A Rudolf Kassner

Ven con todos sus ojos las criaturas
lo Abierto. Sin embargo, nuestros ojos
están como al revés y colocados
alrededor de su salida libre
como trampas. Así, lo que está fuera
sólo a través del animal nos llega.
Porque ya al tierno niño damos vuelta
y lo obligamos a mirar atrás,
al mundo de la forma, no a lo Abierto,
que tan profundamente transparenta
la faz del animal. Libre de muerte.
Nuestras miradas ven a, ésta sólo.
En cambio el animal, que es libre y puro,
tiene siempre el crespúsculo tras ella
y frente, a Dios. Cuando camina, marcha
hacia la eternidad, como la fuente.
Los hombres nunca, ni siquiera un día,
ante sí tienen el espacio puro
donde la flor al infinito se abre.
Siempre está el mundo alrededor. Y nunca
lo que en ninguna parte y sin estorbo;
lo puro, sin control, que se respira
y se sabe infinito y no se ansia.
Y a veces, alguien, silenciosa, un niño,
se extravía en su seno
y es arrancado de él a sacudones.
Tal otro muere y es. Porque la muerte
ya no se ve en el trance de morir;
y quizás nuestros ojos desde entonces,
mirando fijos adelante, tienen
la profunda visión del animal.
Cerca están los amantes, asombrados,
pero entre sí se atajan las miradas.
Como al azar se entreabre tras alguno,
pero el otro no avanza y al instante
se le hace mundo figural de nuevo.
Vueltos a la creación constantemente,
no vemos de ella más que proyecciones,
reflejo de lo libre, oscurecido
por nosotros. O a veces acontece
que un animal levanta la cabeza
y a través de nosotros mira en calma.
¿Qué es el Destino? No más que eso: siempre
estar delante y nada más, delante.

Si el animal que hacia nosotros viene
tranquilo caminando,
fuera consciente como el hombre, al punto
nos haría volver y arrastraría
según el rumbo que su marcha lleva.
Pero su ser para él es infinito,
sin restricción alguna y sin miradas
sobre su estado, puro cual su vista.
Y donde las miradas de los hombres
no ven más que futuro: él lo ve todo
y se ve todo y salvo para siempre.

Con todo, el animal alerta y cálido
carga a su vez un poco de zozobra
y el peso de una gran melancolía.
Pues también se le apega eso que al hombre
domina tantas veces: el recuerdo...
Come si hubiera sido en otros tiempos,
alguna vez...eso a lo cual tendemos
más próximo y más leal, más apegado
y de infinita suavidad su tacto.

Acá todo es distancia; allá era todo
respiración. Después de la primera,
esta segunda vida le parece
ambigua y azotada por los vientos.
¡Oh, ventura sin par de la pequeña
criatura que en el seno permanece
que lo gestara! ¡Oh, dicha del mosquito
que interiormente salta todavía
hasta en sus bodas! Pues, el seno es todo.
Y la seguridad un tanto incierta
del pájaro contempla,
que de ambas participa por su origen,
como si fuera el alma de un etrusco
que saliendo de un muerto al que el espacio
recibió en un sepulcro, sin embargo,
tiene la efigie inmóvil como tapa.

Y cuánta es la sorpresa del que tiene
que volar, procediendo de un regazo:
se diría el henderse do una raza.
Así la negra huella del murciélago
la porcelana de la tarda rasga.

Y nosotros los hombres: dondequiera
y en todo tiempo espectadores somos
a todo atentos, pero nunca al raso.
Abrumados por ello, lo ordenamos
y se nos desmorona. Nuevamente
lo ordenamos y, al fin, nosotros mismos
también nos despeñamos.

¿Quién nos ha hecho girar de esta manera
que, hagamos lo que hagamos, siempre estamos
en la actitud del que se va? Y como éste,
sobre el último cerro que le muestra
una vez más aún todo su valle,
se da vuelta, se para y titubea,
así vivimos nosotros, despidiéndonos.



Rainer Maria Rilke (Alemania; Praga, 1875- Valmont, 1926)



(Versión española de José Vicente Alvarez;
C.E.A.L., Bs.As., 1970)

2 comentarios:

Taun dijo...

Maravillosa la octava.

Aunque la traducción no es ni con mucho la mejor existente publicada, en mi opinión este honor está reservada a la versión de Barjau en Cátedra.

Yo también he realizado mi propia traducción de esta, como del resto de las 10 elegías. Mi preferida es la cuarta. Os dejo el link por si os interesa.

http://de-nota.blogspot.com/2009/08/octava-elegia.html

Marcelo dijo...

No, claro, pero es la única que tengo. Me gusta más la que publicó Aulicino en su blog, que es de Ferenc Ovary, y la podés leer acá, si te interesa:
http://campodemaniobras.blogspot.com/2009/04/la-criatura-ve-en-lo-abierto.html

No conozco la de Cátedra.
Pero vos no te quedás atrás tampoco.
Y QUÉ BUENA esa cuarta!!!
Y tu blog.
¿Traducís todos los autores que aparecen ahí?

Gracias, Ernesto.